El alcalde de Barcelona apunta a la reelección mientras comienza la campaña en España
Después de ocho años al frente del Ayuntamiento, la alcaldesa de izquierdas de Barcelona, Ada Colau, aspira a un tercer mandato el 28 de mayo, cuando España vote en las elecciones locales y autonómicas cuyo resultado no está claro.
Un total de 36 millones de personas emitirán su voto para elegir alcaldes locales ese día, así como líderes en 12 de las 17 regiones de España, y la campaña electoral para ambos comenzará formalmente el viernes.
Las encuestas son ampliamente vistas como una prueba antes de las elecciones generales de fin de año, que se espera que sean una carrera reñida para el gobierno de izquierda del primer ministro socialista Pedro Sánchez.
En Barcelona, donde los separatistas catalanes protagonizaron un fallido intento de independencia en 2017, las encuestas colocan a Colau cabeza a cabeza con sus dos rivales más cercanos: el candidato socialista Jaume Collboni y Xavier Trias, un nacionalista conservador y su predecesor como alcalde de Barcelona.
En 2015, después de cuatro años en el cargo, Trias perdió su escaño ante Colau, un ex activista por el derecho a la vivienda.
Fue elegida al frente de una plataforma ciudadana respaldada por Podemos, el socio menor de la coalición de Sánchez.
La pareja vuelve a enfrentarse en las encuestas, pero mucho ha cambiado desde 2015 en esta ciudad de 1,6 millones de habitantes.
Durante las mismas elecciones de ese año, Madrid también eligió a otra candidata respaldada por Podemos, Manuela Carmena, como alcaldesa, pero desde entonces la ciudad se ha inclinado firmemente hacia la derecha.
Colau, que no se considera separatista, fue reelegida en 2019 gracias al apoyo del expresidente francés Manuel Valls, quien también es candidato.
Facilitó su investidura para impedir que ERC, de izquierdas e independentistas, gobernara la ciudad.
Desde 2015, Colau gobierna la segunda ciudad de España en coalición con los socialistas.
Pero dadas las alianzas cambiantes entre los partidos, entre ellos ERC y el separatista de línea dura JxCAT, el resultado de las próximas elecciones está lejos de ser claro.
En esta ocasión, Colau se compromete a profundizar sus logros en el cargo, con una campaña que destaca los avances en vivienda y transporte.
Bajo su mando, la ciudad ha creado una red de rutas verdes para ciclistas y peatones que han reducido el tráfico y, por lo tanto, la contaminación, aunque los niveles generales siguen siendo altos.
El centro de sus políticas ha sido la represión del turismo de masas.
Colau ha cerrado apartamentos turísticos ilegales y ha limitado el número de plazas hoteleras en una ciudad que alcanzó un pico de 12 millones de pernoctaciones en 2019, según muestran las cifras municipales.
"En 2015 heredamos una ciudad... con una contaminación desenfrenada, una especulación inmobiliaria desenfrenada y un turismo de masas desenfrenado, y lo primero que hicimos fue restablecer el orden", dijo esta semana el hombre de 49 años.
Pero sus críticos apuntan al rápido aumento de los alquileres en la ciudad y dicen que ha frenado el desarrollo internacional de Barcelona al retrasar los planes para expandir su aeropuerto.
Tal demora no ha sido bien recibida en una ciudad donde el turismo representaba el 12 por ciento de su producción antes de la pandemia de covid.
"Barcelona está empezando a deshacerse de la mala reputación que se ganó con las políticas del ayuntamiento que han estado asfixiando la esencia misma de la ciudad", dijo Jordi Casas, una figura importante de la confederación empresarial catalana Foment del Treball.
Según el último sondeo municipal, el tema que más preocupa a los barceloneses es la falta de seguridad, seguido de la limpieza de sus calles.
"La ciudad se ha vuelto incómoda y la gente ha perdido el respeto por sí misma", se quejó esta semana Trias, su exalcalde de 76 años.
Cuando Colau fue elegida en 2015, "había una voluntad de cambio de los partidos tradicionales" y la esperanza de que su partido hiciera las cosas de otra manera, dice Toni Aira, experto en comunicación política de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
"Al final, ella no hizo las cosas tan diferentes porque asumió un papel bastante institucional, aunque hizo algunos cambios", dijo a la AFP, y dijo que solo la boleta mostraría si esos cambios fueron suficientes para los votantes.
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